lunes, 30 de enero de 2017

Caravaca de la Cruz - Lorca (viaje por Murcia 3/4)

Realizada el 17/11/16



El recorrido de la ruta, de 69 km, es este



y el perfil de la misma



Esta va a ser la tercera jornada de pedaleo en nuestra corta escapada por la provincia de Murcia. Si el día anterior llegábamos a Caravaca de la Cruz siguiendo la Vía Verde del Noroeste o el Camino de la Cruz, hoy volvemos a rodar por un camino señalizado: el de la Ruta del Algar.
Esta vía acerca Lorca con Mora, uniéndose allí a la variante de Levante y del Sureste del Camino de Santiago.


Cruce del camino con el río Argos (Caravaca de la Cruz)

La plaza donde se encuentra el Templete de la Vera Cruz (1801) nos vale de kilómetro cero, ya que iremos por la avenida ctra. de Granada (C-330) para salir de Caravaca de la Cruz, sin llegar a cruzar el puente de Santa Inés, que pasa sobre el río Argos, porque nos desviamos a la derecha evitando el transitado asfalto de la misma. Iremos en paralelo primero por asfalto y luego por tierra (cruce con el cortijo Las Minas), para terminar juntándonos tras un empinado repecho que acaba a la altura de unas naves industriales.



Precaución aquí porque hay que rodar por el carril que desvía al cementerio de Caravaca, situado en el centro de la carretera. Rodeándolo por la izquierda aparecerá, al otro lado de los cipreses, el camino de tierra ascendente durante otro kilómetro más, por el que continuar.



Las piernas agradecen el tramo de descenso, por pista ancha y muy cómoda, que vendrá a continuación, buscando el último tramo del barranco de Cavila antes de unirse al río Quípar. No queda muy lejos el Cortijo del Estrecho, a orillas del río que, según podemos escuchar, baja con agua mientras rodea la Sierra de las Cabras.


Cortijo del Estrecho (Caravaca de la Cruz)

Entonce el camino se encañona (notamos un brusco descenso de la temperatura) llegando al nivel del río, cruzándolo. Esta parte se conoce como el Estrecho de La Encarnación, una formación kárstica de toba calcárea que el agua ha ido moldeando con el paso de los siglos, dejando como resultado multitud de cuevas (Rey Moro, Negra...) que, no sólo tienen valor paisajístico, sino también antropológico y arqueológico.


Estrecho de la Encarnación (Caravaca de la Cruz)

Tras haber bajado al nivel del Quípar toca empezar a subir, algo que prácticamente no cambiará en los próximos 7 km. La salida del Estrecho de La Encarnación se hace llegando a una ermita a pie del camino, la ermita vieja de Nuestra Señora de los Remedios, metros antes de encontrar el desvío (por el que no iremos) que lleva a la conocida Ermita de la Encarnación y al complejo arqueológico.


Ermita vieja de Ntra. Sra. de los Remedios (Caravaca de la Cruz)

Se pasa entonces por el arrabal de La Encarnación y, luego, por esta pedanía, aunque hay que estar al tanto de no pasarse la señal del GR pintada en la pared de una casa (c/ Fco. Climent Pint) para seguir por nuestra ruta.


Ermita nueva de La Encarnación (Caravaca de la Cruz)

Serán unos dos kilómetros en línea recta, picando hacia arriba, hasta llegar al camino de tierra que nos ofrece un pequeño descanso antes de empinarse de nuevo. Vale la pena parar y mirar hacia atrás, porque las vistas desde lo alto siempre son destacables.



Acompañamos la serpenteante rambla del Catalán hasta separarnos de ella rodando por una despejada y ancha pista, que bordea el extremo occidental de la Sierra de Burete y que pasa a convertirse en el camino de Caravaca a Lorca, un tramo en el que la pendiente, pese a llegar al punto más alto de la ruta, pasa completamente desapercibida.



Venta de las Revueltas (Caravaca de la Cruz)

De hecho, con las bicis sobre el alquitrán y entrando en el término municipal de Lorca (que ya no abandonaremos), comenzamos un descenso que se convertirá en tendencia para todo lo que nos queda de jornada, haciendo mucho más llevadero el paso de los kilómetros.



No es que tuviésemos los bidones vacíos, pero al llegar a la plaza de la pedanía de Doña Inés y ver una fuente, decidimos reponer lo consumido, ya que no es que hoy pasásemos por demasiadas zonas pobladas. Nos percatamos de un pequeño bar abierto al lado de una tienda de comestibles y, aunque no era tarde... ¿por qué no parar a tomar algo más que agua?




Como media hora más tarde ya estábamos saliendo de Doña Inés por la c/ Fragua, sobre asfalto y hacia abajo. A los 2 km (distancia más que suficiente como para haberse acoplado de nuevo a la bici), nos metemos por una pista que, así de primeras, parece no tener fin, aunque empalma con el Camino de Don Gonzalo.




Con el cerro de Don Gonzalo a la izquierda y extensos campos de cultivo a la izquierda, se cruza la C-2311, antes de llegar al núcleo de Casas de Don Gonzalo (perteneciente a la pedanía de La Paca), que se ve desde varios centenares de metros cuando volvemos a rodar sobre una carretera (C-14).




Poco durará el firme gris, porque lo abandonamos (siguiendo las señales) por una nueva pista arenosa que apunta a pasar muy cerca de las Lomas del Río, aunque la sorpresa fue encontrarse de cara con El Castillico que, en medio de la nada, sus 774 metros aparentan muchos más. Nos recordó (salvando las distancias) a la de la película Encuentros en la tercera fase, donde el protagonista se obsesiona con una montaña en particular (la Torre del Diablo).


El Castillico (Lorca)

Encuentros alienígenas aparte hemos de seguir dando pedaleas... y eso es lo que hacemos, rodar por la zona de Las Yeseras los siguientes 3 km para terminar entrando a Zarcilla de Ramos. En un primer momento, este iba a ser nuestro punto para comer, pero tras la parada en Doña Inés y como llevábamos los bidones llenos, no tenía demasiado sentido detenerse.


Monumento al Sagrado Corazón de Jesús en el monte del Calar (Zarcilla de Ramos, Lorca)

Nos reencontramos con la C-14 para abandonar la pedanía. Nos encamina hacia el río Turrilla que atraviesa de Norte a Sur las Tierras Altas de Lorca. Cuando lo cruzamos se nos desvía hacia la derecha, por otro ancho camino de tierra que va rodeando la sierra Pinoso, entre los vastos campos de secano que hay a sus faldas.



Otra vez un paisaje desértico donde, si te detienes, no se escucha nada salvo el viento. Algo que va cambiando conforme llegamos a la Cañada Hermosa, tras girar a la altura de la Casa del Fraile, en lo referente al paisaje, porque cambia drásticamente una vez el camino se encajona entre los montes; sigue habiendo aprovechamiento agrícola del terreno, pero los pinos ya hacen acto de presencia.


Barranco de la Casa de Panes (Lorca)

En cuanto pasamos delante de lo que queda de la Casa de Panes, los pinos ya dejan de dominar el entorno, cediendo el protagonismo a los matorrales bajos que vuelven a acentuar la componente árida del terreno. Casi que es mejor para nosotros, ya que al estar en una zona relativamente elevada, no hay nada que nos impida distinguir, al fondo, los reflejos del agua del embalse de Puentes, a cuya presa llegaremos en pocos minutos.



Nos desviamos un poquito para ver bien la lámina de agua, pero estuvimos poco rato gracias a la llegada de una pareja que, tras abrir las puertas del coche y regalar su música a quienes estuvieran a menos de 500 metros a la redonda, empezaron con una sesión fotográfica a base de smartphones.
Volvimos a las señales del Camino y empezamos a bajar el pronunciado y accidentado desnivel... para ir con alforjas (ojo con los primeros metros).



Más adelante nos encontramos rodando por el cauce del río Guadaletín, el afluente más importante del lado derecho del Segura, que va a ser la forma de llegar a Lorca (nos queda algo más de 10 km).
No esperes encontrar agua en el lecho del río a no ser que haya llovido, porque parece que toda el agua que pueda soltarse del embalse, va al Canal de Aguas Claras. Eso quiere decir que las bicis irán, al menos por esta primera parte, por una ancha rambla seca con algunos puntos donde se han acumulado cantos rodados.


Cauce del Guadaletín (Lorca)

Antes de haber presa que detuviese el agua y el Guadaletín fuese engrosando su caudal al alimentarse de las aportaciones de ramblas como la del Orillo o la de Canales, el río fue moldeando el paisaje a su paso con cañones y meandros. Pese a esta falta de agua, en las riberas del río, existe una importante agricultura de regadío.


Cauce del Guadaletín (Lorca)

Un poco antes del núcleo poblado de Los Cautivos (perteneciente a la pedanía de Parrilla), se nota alguna intervención de acondicionamiento del camino, incluso hay una pequeña área de descanso antes de entrar a Lorca que aprovechamos tanto para cambiar de asiento como para picar algo.


Puente del Barrio o de la Alberca (Lorca)

Con el castillo de Lorca mirándonos desde lo alto del cerro de su mismo nombre, entramos a la población a la altura donde se encuentran las murallas que, en su tiempo, defendieron el asalto al mismo. La medina de la ciudad estuvo rodeada por dos kilómetros de murallas y sólo se podía acceder a ella a través de alguna de las 6 puertas existentes.


Murallas de la ciudad de Lorca (Lorca)

Una de esas puertas medievales es la conocida como Porche de San Antonio, un torreón gótico levantado sobre los restos de otro almohade (1170), a partir de la ocupación castellana (s. XIII).


Porche de San Antonio o de San Ginés (Lorca)

Este será el punto final de la etapa de hoy, entrando a Lorca por la c/ del Puente Alberca y cruzando la población casi de punta a punta en busca de nuestro alojamiento. Atravesarla de este modo nos descubrió lugares y edificios que visitar más tarde, cuando saliéramos a estirar las piernas.


Lorca

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Para descargar el track, este es el enlace

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