domingo, 18 de junio de 2017

Entre ríos. La parte alta del Algars y el Matarraña

Realizada el 23/04/17



El recorrido de la ruta, de 83 km, es este:

y el perfil de la misma



Descubrimos esta ruta en la revista Bike n.º 299 y es perfecta para realizar en un par de días: recorrido circular, dos etapas de 70 km, cerca de corrientes de agua, paso por pueblos con encanto... así que, tenía que caer.
Lo recomendable es hacer noche en Nonaspe o Beceite, dependiendo de donde se inicie el viaje y así recorrer un río cada día: el Matarraña o el Algars.
En nuestro caso, por el alojamiento, tuvimos que quedarnos en el medio, Calaceite, con la idea de hacer la parte alta de los ríos un día y, a la jornada siguiente, la baja... aunque la baja, tendrá que esperar a otra ocasión.



Decidimos empezar por remontar el Algars, lo que nos dejaría con la parte fácil de la ruta para la tarde, cuando las fuerzas menguarían seguro.
Lo primero es quitarse de encima el tramo por la N-420 y llegar a Caseres tras pasar sobre el Algars por primera vez y cambiando de provincia al hacerlo (de la de Teruel a la de Tarragona).


El río Algars a su paso por Caseres (Tarragona)

La bajada no termina hasta llegar al paseo de la Fuente, en la orilla derecha del río, donde nos encontramos el primer poste que señaliza la ruta y un manantial que data de 1912 según una inscripción en la piedra. Nuestro camino será el llamado TR01, que nos manda hacia Arnes y ya nos indica que lo tenemos a casi 25 km.


Paso de la Fuente (Caseres, Tarragona)

Una pista muy ancha, blanquecina y polvorienta será nuestra compañera durante los siguientes kilómetros. Terreno fácil para rodar aunque estemos remontando el curso de agua. Eso da tiempo para fijarse en detalles como la escultura de Horaci, l'eriçó pintor, obra que forma parte de Art al Ras o la iglesia de Santa Anna (siglo XIV-XV).


Horaci, l'eriçó pintor de Encarna Pons i Adalvert (Caseres, Tarragona)


Iglesia de Santa Anna, al fondo (Caseres, Tarragona)

La cuestión es dar pedales e ir disfrutando tanto de estas pequeñas sorpresas como del típico paisaje de ribera. Pasaremos por delante de Arens de Lledó antes de dejar la pista blanca, que termina en el asfalto de la Tv-3441. Aquí nos habremos separado un poco del río pero, tras una pequeña bajada, volveremos a su lado.



Un camino de tierra más cerrado y con más vegetación es por donde nos meten las señales, cruzando a vado el Algars por dos ocasiones (niguna de ellas con agua). La cepa de la antigua chimenea del Sulfuro del Cassol de Lledó antecede un repecho que termina en un mirador. Hay que parar. A nuestra izquierda y a lo lejos, se ven las casas de Lledó. A nuestra derecha, abajo, a nivel con el río y conservando la balsa original, el molino de Lledó.


Molino de Lledó (Lledó, Teruel)

Nos separamos algo del río para cubrir los siguientes 4 km, ascendiendo, con algún que otro pequeño repecho un poco más intenso... coincidiendo con el barranco de Vinyasses, pero cambia radicalmente al unirnos a la Vía Verde de la Terra Alta, casi casi en la frontera entre esta Vía Verde y la de Val de Zafán.


Estación de Arnes-Lledó (Horta de Sant Joan, Tarragona)

Esa línea imaginaria está en las cercanías de la estación de Lledó, pasado el impresionante viaducto del Algars, del que tendremos unas impresionantes vistas, ya que pasaremos casi por su base de camino al paraje dels Estrets (interesante subida a continuación, ojo).


Río Estrets (Arnes, Tarragona)

Agradeceremos cuando la carretera se ensancha algo y pierde pendiente con las casas de Arnes ya a la vista; pueblo que hay que atravesar de punta a punta para seguir las señales hacia el Toll del Vidre (por fin un poquito de dejarse caer) aunque no llegaremos hasta allí. El agua la encontraremos bastante antes, en la fuente Nueva.


Fuente Nueva (Arnes, Tarragona)

Y es más que recomendable recargar líquido, porque hay muchos kilómetros hasta la siguiente fuente y, por si fuera poco, empieza la parte más complicada de la ruta.
Desde que se cruza el barranquillo de la María tenemos por delante tres subidas destacables en esta parte que discurre por el Parque Natural dels Ports.



La primera se hace por asfalto y son casi 3 km (aunque hay un descansillo de 700 m) con una pendiente media del 6%, que termina en La Creu (592 m).
En ese punto se toma la pista de tierra de la derecha que desciende al riuet de les Valls, un afluente del Algars que hay que cruzar.
Más o menos, ese será el lugar donde empiece la segunda subida, coincidiendo con el cambio de provincia (de Tarragona a Teruel) pero, sobretodo, con el paso sobre el Algars. Será la última vez que coincidiremos con este río.



Otro par de kilómetros al 6% de media, entre pinos, remontando prácticamente por completo el barranco dels Juncars hasta la cabecera del barranco del Coll d'en Selma, cauce que desemboca en el río Ulldemó.
Si la bajada no fue refrescante, el agua del río lo será. Seguro. Y ver aparecer Beceite entre las sierras de Les Escales y la de L'Arca, alegra nuestras piernas: saben que habrá una parada más o menos larga coincidiendo con la mitad del recorrido.


Río Ulldemó (Beceite, Teruel)

Se cruza Beceite por completo buscando la salida por el Oeste hacia el embalse de Pena, aunque es imposible no detenerse y bajarse de la bici unos minutos cuando se llega a las inmediaciones de la ermita de Santa Ana. ¿Motivos? Aparte de la propia ermita, se cruza el puente de Piedra, desde donde se puede disfrutar del conjunto de los molinos papeleros... pero quizás o más importante es que, por primera vez, nos encontramos con el Matarraña, el segundo río por el que estamos realizando la ruta.


Ermita de Santa Ana (Beceite, Teruel)

La ermita de Santa Ana (S. XVII) se levantó en el arrabal del puente por el cantero de Beceite Francisco Bunos, fuera de las murallas de la ciudad, por lo que se cree que sería más visitada por aquellos que transitaban el camino de Peñarroya.
El puente que cruzamos es el llamado puente de Piedra (S. XV-XVI), primero que se encuentra el Matarraña desde su nacimiento; tiene un solo arco y mide 15 metros de altura.

Puente de Piedra (Beceite, Teruel)

Las aguas del río han sido ampliamente aprovechadas en este punto, llegando a mover la maquinaria de hasta nueve molinos desde que se concedió la primera licencia s. XV hasta el cierre de la última fábrica (1970). Producción de muy alta calidad que se utilizó para papel moneda, naipes de Heraclio Fournier o lienzos de renombrados pintores.

Fábrica de Taragaña (izda.) y de Miró (dcha.) (Beceite, Teruel)

Habiendo rellenado los bidones nos ponemos en marcha hacia el pantano de Pena, remontando el barranco dels Olivars por el camino de Peñarroya; el último tramo largo de subida asfaltada que queda (2,5 km al 4,5% de media).
En el embalse (1930) decidimos hacer la parada para comer, prácticamente en la misma la presa, con unas espectaculares vistas de la lámina de agua y un ambiente sumamente tranquilo.


Pantano de Pena (Beceite-Valderrobres, Teruel)

Tras un descanso más largo de lo habitual y habiendo repuesto fuerzas, encaramos el descenso en paralelo al río Pena. Primero por un tramo más encañonado y boscoso, que acabará por transformarse en una zona de ribera con un desnivel más suave que conectará con la A-1414, carretera que nos conducirá a Valderrobres.
Dentro del casco urbano tendremos que desviarnos hacia Alcañiz, pero es una buena idea entrar a la parte fortificada del pueblo por el portal de San Roque, cruzando el magnífico puente de piedra sobre el Matarraña y con la figura del castillo de Valderrobres (s. XII) en lo alto.


Entrada a Valderrobres

Hecho esto hay que volver a la Avda. Cortes de Aragón saliendo del pueblo en busca del Matarraña, cruzándolo y enlazar con el camino de Valderrobres, en el que veremos señalizada nuestra ruta con balizas de Camino Natural.
La pista de tierra ancha es muy similar a la que rodamos al inicio de la jornada, solo que en esta ocasión es descendente. Los kilómetros pasan rápido pero no tanto como para no disfrutar de Torre del Compte, punto en el que gracias a un largo puente cambiamos de orilla.


Torre del Compte (Teruel)

De nuevo volveremos a encontrarnos con la Vía Verde de la Vall de Zafán, esta vez pasando por debajo del viaducto de cuatro ojos que mantenía la cota de la vía en el cruce con el Matarraña. Por suerte para nuestras piernas, la cota sigue descendiendo mientras avanzamos hacia el tercer y último cruce con el río (pasado el desvío al yacimiento íbero de Torre Cremada), que nos dejará a los pies de la N-420.



Tal y como iniciamos el día, lo acabamos, rodando (esta vez hacia arriba) por asfalto para llegar a Calaceite y cerrar el círculo.
Nos queda pendiente para otra ocasión, la parte baja de estos dos ríos que, a buen seguro, será algo más amable en cuanto a desniveles y ofrecerá otros paisajes bien diferentes.



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domingo, 16 de abril de 2017

Lorca - Totana (viaje por Murcia 4/4)

Realizada el 18/11/16



El recorrido de la ruta, de 27 km, es este



y el perfil de la misma



Último día de dar pedales en este viaje por la provincia de Murcia. Nos quedamos sin vacaciones, así que también disfrutaremos de esta jornada corta, pero con unas impresionantes vistas de las riberas del Guadaletín desde el Canal de la Margen Derecha del Trasvase Tajo-Segura. Antes de llegar a ellas, hay que montar todo en las bicis y abandonar Lorca por el Este (N-340a).



Por suerte, cuando ya no quedan más casas, aparece un carril bici verde que nos permite ir con un poco más de tranquilidad por esta transitada carretera. Tampoco es que tengamos que estar mucho tiempo (1 km), pero se agradece.
Sólo hasta que aparece a nuestra derecha la rampa que nos dejará a la altura del canal



Canal que empezamos a remontar y será así casi toda la ruta, por lo que hay que saber que iremos siempre sobre un terreno que irá picando hacia arriba de manera constante, pero para nada con una agotadora pendiente. Más bien parece que estemos sobre una Vía Verde que, normalmente, mantienen pendientes suaves y continuadas.



El paisaje que tendremos será también poco cambiante. El canal fluyendo a nuestra izquierda y, por nuestra derecha, cuando las elevaciones desaparecen, una impactante vista de las riberas del Guadaletín, plagadas de huertas, con la Sierra de la Almenara al fondo.



Quizás lo que más rompe esta 'monotonía' es el ir atravesando los viaductos levantados para que el canal fuese funcional. En ellos nuestro camino pasa a estar justo encima del agua y, sin duda, el más espectacular es el viaducto en curva que salva la Rambla de los Carboneros. También las mejores vistas las tendremos en este punto.




Será un poco más adelante cuando tengamos la dificultad del día, por llamarla de alguna manera. El canal discurre por un túnel que atraviesa una zona escarpada... pero nosotros debemos salvar esos 800 metros al 6% de media, por otro camino.


Nos acabaremos juntando con el cajón del canal pero el punto donde nos separaremos definitivamente de él, se acerca. Ese punto no es otro que el cruce con la RM-502, que nosotros seguiremos hacia la derecha, en dirección a Totana. Muy fácil ahora, porque la pendiente favorable hace que los 2,5 km que nos separan de la población pasen casi sin darnos cuenta.



No hay que callejear mucho por Totana para ir de punta a punta. Lo mejor para atravesarla es buscar la Rambla de Totana, que la cruza totalmente y nos da la oportunidad de parar en la Plaza de la Balsa Vieja, un lugar que antaño fue ocupado por el agua y que ahora, tras ser rehabilitado, sigue siendo uno de los puntos neurálgicos de esta población.


Plaza de la Balsa Vieja e Iglesia de Santiago (Totana, Murcia)

Poco nos queda ya de viaje. Acudir a la estación de tren que está a las afueras y esperar que llegue nuestro transporte para ir a Murcia y cerrar el círculo que empezamos tres días atrás. Con un poco más de tiempo hubiéramos elegido seguir el canal porque en Campos del Río, se cruza con la Vía verde del Noroeste. A la próxima.




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sábado, 11 de marzo de 2017

La Gran Fons Montsant Race - OPEN (2017)


05-03-17

El recorrido de la prueba, de 36 km (980 D+), es este



y el perfil de la misma


Unos cuantos meses tardamos en encontrar tanto la fecha como el lugar juntarnos para participar juntos en una marcha y, al final, fue la Gran Fons Monsant Race - OPEN, que se celebró en Ulldemolins (Tarragona) el pasado fin de semana.




El manto de nieve que nos encontramos en el camping ya nos hizo presagiar que sería más dura de lo que teníamos en mente, aunque lo de rodar por un camino blanco... también nos llamaba.




Con unos 5ºC, algo de viento y el cielo tirando a cubierto dieron la salida a 124 participantes en la modalidad Open Incluídos Paco, Tito, Carlos, Álex y yo) y, como es habitual, estampida para salir de las calles de Ulldemolins en dirección a la umbría del Serral del Mig, buscando el Mas de Fererone por un camino ancho, embarrado y con un 7% de media... suficiente para estirar el grupo.
Debieron pensar en su momento que había que estirarlo un poquito más, de modo que tras cruzar un arroyo y el barranc dels Enllosats, ambos con agua a la altura del pedalier, apareció la primera pared de la Montsant. Ese medio kilómetro al 14,5% de media por las faldas del Puig Ventós, elevó las pulsaciones al límite (y más allá) y los siguientes 3000 metros de subida, donde aparecieron las primeras nieves, no es que dejaran recuperar las piernas precisamente.



Ya nos advirtieron que el recorrido se había tenido que acortar algo por quedar algún tramo impracticable en esta primera parte, y fue aquí, privándonos de un tramo de descenso, previo a la última subida del primer tercio de la prueba.
Siguiendo el camí de Segalassos, cruzamos la carretera T501 y, tras parar en el primer control, el camino se convirtió en un riachuelo con el lecho de piedra y en ocasiones, en lugar de buscar las cintas rojas de señalización, seguíamos las roderas en la nieve de quienes habían pasado por allí antes. Duro y frío.

La cima del Coll del Salvadoret (981 m) era el punto que teníamos entre ceja y ceja, porque coger el camí de Cornudella a Prades, significaba 7 km de bajada continuada, empezando por los Cingles de la Serra de la Gritella. Si habíamos subido con nieve, bajar... sería lo mismo.
Con cuidado, salvando los riachuelos y con barro salpicando por todos lados cubrimos los primeros 2,5 km, donde se nos desvió por una senda que atraviesa el Bosc d'en Lluc; a priori no parecía en absoluto complicada... pero la capa de hojarasca acumulada junto con el terreno blando, puso a prueba el agarre de las cubiertas en más de una ocasión.
Al final se cruzó el barranc de l'Argentera, antes de llegar al segundo punto de control e iniciar el tramo neutralizado por la C-242, dirección Cornudella de Montsant.



En la Plaça de la Vila, un avituallamiento para quien quisiera, previo al control (en el camí Vell de Sant Joan) que marcaba tanto el final del tramo neutralizado como el inicio de otra nueva parte ascendente de la prueba por lo Tros de Sant Joan y los Plans de n'Arca. Si no habías recuperado las piernas... mal. Esta primera parte de 1,5 km al 10% de media, primero por camino, pero luego por senda técnica, volvió a disparar las pulsaciones.



Y digo primera, porque lo mejor estaba por llegar. La segunda parte de la ascensión, a la ermita de Sant Joan del Codolar, se hizo larga. Parecía que ese kilómetro y medio (9% de media) se multiplicara por dos en longitud; puede ser por el cansancio acumulado, porque la pista hormigonada hacía giros de 180º en cada curva una y otra vez, porque empezaba a salir el Sol y la ropa que antes te protegía del frío ahora te sobraba... Cada cual tendría sus motivos, pero se hizo larga.



Y cuando pensábamos que lo más complicado podía haber quedado atrás ya, las señales nos condujeron al camí de la Llisera, todavía en pleno Parque Natural de la Sierra de Montsant, por unos riscos donde la técnica se hacía más que fundamental y, aun así, se tenía que cargar con la bici en alguna ocasión.
El tercer control, muy cerca de Albarca, marcaba el final de este exigente tramo y orientaba la prueba por la fuente de Albarca hacia la ermita de Santa Magdalena, por un continuo sube-baja que, lejos de permitir reencontrarte, volvía a exigirte.



Menos mal que pasado el barranco de les Fontanelles, el descenso era franco, y sólo había que dejar rodar la bici buscando la mejor trazada por la Llisera hasta llegar a las ruinas del molino harinero de l'Espasa, situado en la ribera del riuet del Teix, lámina de agua que teníamos que remontar por el camino de Ulldemolins a Margalef.

Al mirar el cuentakilómetros te dabas cuenta de que la meta estaba ya a poco más de un kilómetro y medio pero (siempre hay un pero), había que seguir apretándole a los pedales, no tanto por llevar toda la transmisión llena de barro seco (el lubricante se lavó con los continuos pasos con agua), sino porque la distancia a cubrir era hacia arriba (6% de media).



El pasar por el arco de meta y tener que dejar de dar pedales fue un gran premio, aparte de ser recibidos por nuestras parejas. Abrazos, fotos, risas, anécdotas... ritual más que necesario antes de colocar las bicis en los coches y dar por terminada la Open Montsat Race de 2017.




Y este es el vídeo que hizo Paco a modo de resumen de este fin de semana:



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lunes, 30 de enero de 2017

Caravaca de la Cruz - Lorca (viaje por Murcia 3/4)

Realizada el 17/11/16



El recorrido de la ruta, de 69 km, es este



y el perfil de la misma



Esta va a ser la tercera jornada de pedaleo en nuestra corta escapada por la provincia de Murcia. Si el día anterior llegábamos a Caravaca de la Cruz siguiendo la Vía Verde del Noroeste o el Camino de la Cruz, hoy volvemos a rodar por un camino señalizado: el de la Ruta del Algar.
Esta vía acerca Lorca con Mora, uniéndose allí a la variante de Levante y del Sureste del Camino de Santiago.


Cruce del camino con el río Argos (Caravaca de la Cruz)

La plaza donde se encuentra el Templete de la Vera Cruz (1801) nos vale de kilómetro cero, ya que iremos por la avenida ctra. de Granada (C-330) para salir de Caravaca de la Cruz, sin llegar a cruzar el puente de Santa Inés, que pasa sobre el río Argos, porque nos desviamos a la derecha evitando el transitado asfalto de la misma. Iremos en paralelo primero por asfalto y luego por tierra (cruce con el cortijo Las Minas), para terminar juntándonos tras un empinado repecho que acaba a la altura de unas naves industriales.



Precaución aquí porque hay que rodar por el carril que desvía al cementerio de Caravaca, situado en el centro de la carretera. Rodeándolo por la izquierda aparecerá, al otro lado de los cipreses, el camino de tierra ascendente durante otro kilómetro más, por el que continuar.



Las piernas agradecen el tramo de descenso, por pista ancha y muy cómoda, que vendrá a continuación, buscando el último tramo del barranco de Cavila antes de unirse al río Quípar. No queda muy lejos el Cortijo del Estrecho, a orillas del río que, según podemos escuchar, baja con agua mientras rodea la Sierra de las Cabras.


Cortijo del Estrecho (Caravaca de la Cruz)

Entonce el camino se encañona (notamos un brusco descenso de la temperatura) llegando al nivel del río, cruzándolo. Esta parte se conoce como el Estrecho de La Encarnación, una formación kárstica de toba calcárea que el agua ha ido moldeando con el paso de los siglos, dejando como resultado multitud de cuevas (Rey Moro, Negra...) que, no sólo tienen valor paisajístico, sino también antropológico y arqueológico.


Estrecho de la Encarnación (Caravaca de la Cruz)

Tras haber bajado al nivel del Quípar toca empezar a subir, algo que prácticamente no cambiará en los próximos 7 km. La salida del Estrecho de La Encarnación se hace llegando a una ermita a pie del camino, la ermita vieja de Nuestra Señora de los Remedios, metros antes de encontrar el desvío (por el que no iremos) que lleva a la conocida Ermita de la Encarnación y al complejo arqueológico.


Ermita vieja de Ntra. Sra. de los Remedios (Caravaca de la Cruz)

Se pasa entonces por el arrabal de La Encarnación y, luego, por esta pedanía, aunque hay que estar al tanto de no pasarse la señal del GR pintada en la pared de una casa (c/ Fco. Climent Pint) para seguir por nuestra ruta.


Ermita nueva de La Encarnación (Caravaca de la Cruz)

Serán unos dos kilómetros en línea recta, picando hacia arriba, hasta llegar al camino de tierra que nos ofrece un pequeño descanso antes de empinarse de nuevo. Vale la pena parar y mirar hacia atrás, porque las vistas desde lo alto siempre son destacables.



Acompañamos la serpenteante rambla del Catalán hasta separarnos de ella rodando por una despejada y ancha pista, que bordea el extremo occidental de la Sierra de Burete y que pasa a convertirse en el camino de Caravaca a Lorca, un tramo en el que la pendiente, pese a llegar al punto más alto de la ruta, pasa completamente desapercibida.



Venta de las Revueltas (Caravaca de la Cruz)

De hecho, con las bicis sobre el alquitrán y entrando en el término municipal de Lorca (que ya no abandonaremos), comenzamos un descenso que se convertirá en tendencia para todo lo que nos queda de jornada, haciendo mucho más llevadero el paso de los kilómetros.



No es que tuviésemos los bidones vacíos, pero al llegar a la plaza de la pedanía de Doña Inés y ver una fuente, decidimos reponer lo consumido, ya que no es que hoy pasásemos por demasiadas zonas pobladas. Nos percatamos de un pequeño bar abierto al lado de una tienda de comestibles y, aunque no era tarde... ¿por qué no parar a tomar algo más que agua?




Como media hora más tarde ya estábamos saliendo de Doña Inés por la c/ Fragua, sobre asfalto y hacia abajo. A los 2 km (distancia más que suficiente como para haberse acoplado de nuevo a la bici), nos metemos por una pista que, así de primeras, parece no tener fin, aunque empalma con el Camino de Don Gonzalo.




Con el cerro de Don Gonzalo a la izquierda y extensos campos de cultivo a la izquierda, se cruza la C-2311, antes de llegar al núcleo de Casas de Don Gonzalo (perteneciente a la pedanía de La Paca), que se ve desde varios centenares de metros cuando volvemos a rodar sobre una carretera (C-14).




Poco durará el firme gris, porque lo abandonamos (siguiendo las señales) por una nueva pista arenosa que apunta a pasar muy cerca de las Lomas del Río, aunque la sorpresa fue encontrarse de cara con El Castillico que, en medio de la nada, sus 774 metros aparentan muchos más. Nos recordó (salvando las distancias) a la de la película Encuentros en la tercera fase, donde el protagonista se obsesiona con una montaña en particular (la Torre del Diablo).


El Castillico (Lorca)

Encuentros alienígenas aparte hemos de seguir dando pedaleas... y eso es lo que hacemos, rodar por la zona de Las Yeseras los siguientes 3 km para terminar entrando a Zarcilla de Ramos. En un primer momento, este iba a ser nuestro punto para comer, pero tras la parada en Doña Inés y como llevábamos los bidones llenos, no tenía demasiado sentido detenerse.


Monumento al Sagrado Corazón de Jesús en el monte del Calar (Zarcilla de Ramos, Lorca)

Nos reencontramos con la C-14 para abandonar la pedanía. Nos encamina hacia el río Turrilla que atraviesa de Norte a Sur las Tierras Altas de Lorca. Cuando lo cruzamos se nos desvía hacia la derecha, por otro ancho camino de tierra que va rodeando la sierra Pinoso, entre los vastos campos de secano que hay a sus faldas.



Otra vez un paisaje desértico donde, si te detienes, no se escucha nada salvo el viento. Algo que va cambiando conforme llegamos a la Cañada Hermosa, tras girar a la altura de la Casa del Fraile, en lo referente al paisaje, porque cambia drásticamente una vez el camino se encajona entre los montes; sigue habiendo aprovechamiento agrícola del terreno, pero los pinos ya hacen acto de presencia.


Barranco de la Casa de Panes (Lorca)

En cuanto pasamos delante de lo que queda de la Casa de Panes, los pinos ya dejan de dominar el entorno, cediendo el protagonismo a los matorrales bajos que vuelven a acentuar la componente árida del terreno. Casi que es mejor para nosotros, ya que al estar en una zona relativamente elevada, no hay nada que nos impida distinguir, al fondo, los reflejos del agua del embalse de Puentes, a cuya presa llegaremos en pocos minutos.



Nos desviamos un poquito para ver bien la lámina de agua, pero estuvimos poco rato gracias a la llegada de una pareja que, tras abrir las puertas del coche y regalar su música a quienes estuvieran a menos de 500 metros a la redonda, empezaron con una sesión fotográfica a base de smartphones.
Volvimos a las señales del Camino y empezamos a bajar el pronunciado y accidentado desnivel... para ir con alforjas (ojo con los primeros metros).



Más adelante nos encontramos rodando por el cauce del río Guadaletín, el afluente más importante del lado derecho del Segura, que va a ser la forma de llegar a Lorca (nos queda algo más de 10 km).
No esperes encontrar agua en el lecho del río a no ser que haya llovido, porque parece que toda el agua que pueda soltarse del embalse, va al Canal de Aguas Claras. Eso quiere decir que las bicis irán, al menos por esta primera parte, por una ancha rambla seca con algunos puntos donde se han acumulado cantos rodados.


Cauce del Guadaletín (Lorca)

Antes de haber presa que detuviese el agua y el Guadaletín fuese engrosando su caudal al alimentarse de las aportaciones de ramblas como la del Orillo o la de Canales, el río fue moldeando el paisaje a su paso con cañones y meandros. Pese a esta falta de agua, en las riberas del río, existe una importante agricultura de regadío.


Cauce del Guadaletín (Lorca)

Un poco antes del núcleo poblado de Los Cautivos (perteneciente a la pedanía de Parrilla), se nota alguna intervención de acondicionamiento del camino, incluso hay una pequeña área de descanso antes de entrar a Lorca que aprovechamos tanto para cambiar de asiento como para picar algo.


Puente del Barrio o de la Alberca (Lorca)

Con el castillo de Lorca mirándonos desde lo alto del cerro de su mismo nombre, entramos a la población a la altura donde se encuentran las murallas que, en su tiempo, defendieron el asalto al mismo. La medina de la ciudad estuvo rodeada por dos kilómetros de murallas y sólo se podía acceder a ella a través de alguna de las 6 puertas existentes.


Murallas de la ciudad de Lorca (Lorca)

Una de esas puertas medievales es la conocida como Porche de San Antonio, un torreón gótico levantado sobre los restos de otro almohade (1170), a partir de la ocupación castellana (s. XIII).


Porche de San Antonio o de San Ginés (Lorca)

Este será el punto final de la etapa de hoy, entrando a Lorca por la c/ del Puente Alberca y cruzando la población casi de punta a punta en busca de nuestro alojamiento. Atravesarla de este modo nos descubrió lugares y edificios que visitar más tarde, cuando saliéramos a estirar las piernas.


Lorca

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